
Cuando los asesores futboleros del Presidente Felipe Calderón le recomendaron armar toda clase de maniobra en torno a la final de balompié mexicano de la Primera División, se evidenció una vez más el descaro de la política cuando de ganar votos se trata.
Resulta que “Monarcas Morelia” logró llegar al partido final de la liguilla, y el Presidente no dudó en ponerse “la camiseta de su equipo”. En su Twitter le echaba porras y no descuidaba ningún instante en sus encuentros públicos para “desearle suerte” a los de Michoacán. Su repentina afición al futbol tuvo otras intenciones: su hermana Luisa María Calderón competirá con el PAN por la gubernatura de esa entidad, y “había que colgarse de cualquier evento popular para armonizarse con los votantes”
Y sin duda, el futbol representa el máximo estímulo de los michoacanos, pueblo golpeado por el narcotráfico y las fuertes disputas políticas. Calderón lo sabe, él es originario de ahí y no por casualidad dicho estado también será sede de los partidos de la selección mexicana sub 17 en el Mundial que se desarrollará en el país en junio próximo.
Las elecciones en Michoacán serán las ultimas en este año; en noviembre se decidirá si la izquierda abandonará la gubernatura. Mientras, pareció extraño que no se vetara –como marca el reglamento- al Estadio Morelos, luego que en la semifinal se armara la trifulca a las afueras del inmueble, dejando como saldo dos aficionados gravemente heridos, uno por arma de fuego y el otro por una navaja. El reconocido periodista deportivo Carlos Albert comentó en su programa de ESPN que la orden de no castigar a Monarcas vino de “un lugar donde hay Pinos”. ¡Juzgue Usted!.
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