
A estas alturas, no se puede asegurar que la sanguinaria cruzada del gobierno federal realmente busque acabar o resolver el problema del narcotráfico en México. Tampoco se puede especular, pero los síntomas de “una estrategia fallida” nos revelan otros matices, otras caras, otras razones…
El Gobierno de Felipe Calderón está involucrado con el Cártel de Sinaloa. Esta guerra no es contra el narco, es entre narcos, y el gobierno protege al grupo delictivo encabezado por “El Chapo Guzmán” y el “Mayo Zambada”, claro, atacando y debilitando a sus opositores criminales.
No se puede dudar que los gobiernos anteriores (del PRI) hayan pactado con cárteles o que las plazas se compren, para “facilitar el negocio de las drogas.” Pero, con la llegada de Acción Nacional a Los Pinos (2000) inició una larga historia de irregularidades y sospechas, con la fuga del Chapo de la cárcel de Puente Grande. ¿Cómo un capo tan importante pudo escaparse con elevada facilidad?.
Vicente Fox negoció la huida, y durante todo su mandato, se dedicó a cumplir lo acordado con quienes lo apoyaron a su llegada a la presidencia… incluido el Cártel de Sinaloa. Genaro García Luna, en ese entonces dirigiendo a la AFI, logró colocarse también en la administración de Calderón, y por supuesto, continuaron sus nexos con los Beltrán Leyva, en ese entonces, dirigentes junto con el Chapo y el Mayo en el Cártel de Sinaloa.
Los Beltrán se separan de ese Cártel, entre traiciones y asesinatos. Al convertirse en enemigos del Chapo, también los eran del Gobierno Federal… ahora su grupo delictivo está muerto. También lo está Juan Camilo Mouriño; su pecado fue venderle plazas a los hermanos Beltrán, su condena: un “accidente” aéreo.
Todos los grupos de narcotraficantes en México se debilitan en esta campaña atroz del mandato calderonista, pero el Cártel de Sinaloa sigue enriqueciéndose, sus líderes no caen (aún se sospecha si en verdad asesinaron a Nacho Coronel o si fue abatido por traicionar al Chapo), ya exportan droga a Japón y Australia, sus enemigos agonizan.
Pero el problema del narco es más complejo de lo que parece. El negocio es redondo incluso para los señores capitalistas por excelencia. Con la Iniciativa Mérida, pactada entre el presidente de EUA, George Bush y su similar de México, Felipe Calderón, (y que aún sigue) no se persigue extinguir a la delincuencia organizada, más bien “se trata de hacer money”:
El gobierno norteamericano, con ese tratado, otorga un crédito al gobierno mexicano para que éste le compre sus armas (hay que recordar que el bussine de las balas y las armas de fuego es la más rentable en ese país) para atacar a los cárteles, con el discurso de que se quiere evitar que las drogas lleguen a su nación. México usa el crédito para comprarles armamento, y devuelve el dinero al gobierno gringo con elevados intereses, es decir, negocio redondo.
Y además, como el Gobierno Federal “combate a los narcos opuestos a los de sus amigos”, éstos también tienen que comprar armas para defenderse. ¿Y quién se las vende?, si, Estados Unidos.
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